Emociones

EMOCIONES 

Autor: Andrea Ocotoxtle Castillo 

"Las emociones inexpresadas nunca mueren. Son enterradas vivas y salen más tarde de peores formas" — Sigmund Freud.


¿Te has preguntado qué son las emociones?



Fotografía de Untitled

Las emociones son reacciones psicológicas y fisiológicas complejas ante estímulos internos o externos, que preparan al organismo para responder de forma adaptativa. Se manifiestan a través de cambios en el cuerpo, el pensamiento y el comportamiento, y pueden ser positivas (como la alegría) o negativas (como el miedo). Su función principal es garantizar la supervivencia y facilitar la interacción social. 

A continuación, un relato que explora la complejidad y la intensidad de las emociones durante la adolescencia.

                            La montaña rusa de Daniel

A Daniel le gustaban las montañas rusas, pero no la que llevaba dentro. Un día, se sentía eufórico, el mundo era suyo y cada canción en sus audífonos era una banda sonora personal para un futuro lleno de promesas. Al día siguiente, sin motivo aparente, la euforia se desvanecía en una neblina de irritabilidad y desesperanza. Le molestaba el tono de su madre al pedirle que bajara la basura, el chiste de su amigo que antes le habría hecho reír, ahora le parecía una estupidez. Era como si alguien, sin previo aviso, hubiera cambiado las reglas del juego.

Una tarde, mientras miraba su reflejo, se sintió como un extraño en su propia piel. Su voz sonaba diferente, su cuerpo cambiaba sin pedirle permiso. Se comparaba con sus amigos, que parecían más seguros, más definidos. ¿Por qué él se sentía tan incierto? La autoestima, que tanto le había costado construir, tendía a fluctuar bruscamente con cada comentario o experiencia negativa. A veces, las palabras de un compañero podían hacerle sentir invencible; otras, una simple crítica le hacía creer que no valía nada.

Un sábado por la noche, sus amigos estaban en casa, riendo y jugando videojuegos. Daniel, en vez de unirse a la diversión, se encerró en su cuarto. El deseo de estar con ellos luchaba con una inexplicable necesidad de aislamiento. Se sentía solo, a pesar de estar rodeado de gente. Al mismo tiempo, sentía una extraña presión por ser "el que encaja", el que siempre estaba de buen humor. Pero la verdad era que a veces solo quería gritar sin saber por qué, o simplemente estar en silencio sin que nadie lo molestara.

Su madre, al intentar entenderlo, a veces reaccionaba de forma emocional, lo que empeoraba las cosas. "Antes no eras así", le decía con frustración. Pero Daniel no tenía respuestas. Lo único que sabía era que un huracán de sentimientos complejos y a menudo contradictorios se agitaba dentro de él. Un momento, amaba a sus padres; al siguiente, se sentía incomprendido y resentido. Eran emociones ambivalentes que convivían en el mismo espacio.

Con el tiempo, Daniel empezó a escribir en un diario. Al principio, era solo una descarga de frustración. Pero poco a poco, se convirtió en un mapa de su "montaña rusa". Notó patrones: después de una discusión con sus padres, se sentía culpable. Después de un buen día en la escuela, se sentía inspirado. Escribir le ayudó a ponerle nombre a las emociones que lo asaltaban: la ansiedad, la ira, la inseguridad y, a veces, un destello de una felicidad genuina que lo motivaba a seguir adelante.

Una noche, su madre tocó a la puerta. Se sentó en la cama de Daniel y, sin decirle nada, le ofreció una taza de chocolate caliente. No hubo regaños ni preguntas. Solo silencio y presencia. Y en ese momento, Daniel sintió una emoción que no había experimentado en mucho tiempo: la calma. Comprendió que, si bien el viaje por la montaña rusa era suyo, no tenía que hacerlo solo.

La adolescencia de Daniel fue un vaivén de emociones intensas. Pero al aprender a nombrar lo que sentía y a reconocer que era una etapa, no una condena, la montaña rusa se hizo un poco menos aterradora. Y aunque los altibajos continuaron, ahora tenía un mapa, un diario y la silenciosa compañía de un chocolate caliente para guiarlo en el camino.

REFLEXIÓN:

Las emociones nos lleva a comprender su papel fundamental en nuestra vida, no como simples reacciones, sino como brújulas que orientan nuestras acciones, decisiones y relaciones. Aceptar y gestionar las emociones, en lugar de reprimirlas, es clave para el bienestar mental y para conectar de manera más profunda con nosotros mismos y con los demás.

Fotografía Autor: Andrea Ocotoxtle Castillo 

Entender y manejar tus emociones es fundamental para tu bienestar y para la forma en que te relacionas con el mundo.

 Aquí tienes algunos consejos sobre por qué son tan importantes y cómo puedes trabajar con ellas: 

1. Reconoce tus emociones, no las juzgues 
2. Comprende su función y aprende de ellas 
3. Mejora tus relaciones interpersonales
4. Fomenta tu bienestar mental y físico 
5. Toma mejores decisiones

Refencias: Enciclopedia.Concepto
Referencia: Psicología y Mente


Información tomada de:AOC
 
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